jueves, 25 de junio de 2015

El tiempo también pasa para quién nos falta.

Después de cinco años no hay un sólo día que no me acuerde de ti, que no me acuerde que llevas cinco años sin estar. Y es que el tiempo también pasa para quien nos falta, porque hay tiempo aquí y allá.
Aunque muchos decían que estarías en un lugar mejor, yo te digo que no había mejor lugar para quedarnos que a dormir en tus brazos. Allí donde no había miedo y pasábamos las horas viéndote sonreír. Porque hemos aprendido muchas cosas a tu lado, porque has sido para nosotros una segunda madre.
Nos enseñaste a rezar y a soñar. A valorar los pequeños detalles, me has enseñado a que es maravilloso ayudar a todo el que lo necesita y que no importa el dinero, el color de la piel o el del pelo. Siempre decías que la felicidad está en lo pequeño, en lo que nos llenara de alegría.
Desde que te fuiste, no ha pasado un sólo día que no me acuerde de ti, de tu sonrisa, de tus ganas de vivir. Aquí muchos te echan en falta porque se nota tu ausencia. Y es eso, me has enseñado a que hay que vivir de forma que seas feliz en lo que hagas y cuando mueras, las personas sigan acordándose de ti. Aprendí que hay que ser una gran persona haciendo pequeños gestos.
No hay mayor suerte, que haberte tenido conmigo. Porque eres mi ejemplo, mi modelo a seguir. 

miércoles, 24 de junio de 2015

Una cárcel sin rejas.

Te he vuelto a ver desnuda y se me han corrido los ojos de la pena. Debí borrar aquellas fotos el día que te olvidé, ¿pero quien sabe cómo deshacerse del rastro de una estrella fugaz cuando ya te ha mirado a los ojos?
Uno es preso de lo que ha amado porque el amor es una condena de cadena perpetua de una cárcel sin rejas.

miércoles, 10 de junio de 2015

Éramos libres.

Realmente no había nada que nos atara ni que nos obligara a quedarnos, éramos libres de estar aquí o allá, pero existía una estúpida sensación que nos recordaba que ambos necesitábamos mucho uno del otro.
Quizá hoy me invadan preguntas que no me puedas responder. Cómo puedes no ser fruto de mi éxtasis de falta de realidad.
Quizá no sea el buen físico o tu coeficiente intelectual. No se trata de quien deletrea más rápido o quien escribe mejor. Puede que los daños o los años sólo sean complementos. Y que lo que importe, sea lo que verdaderamente aporte. Tal vez todo esto sea porque no encuentro palabras para describirte o es que, eres tú quien me deja sin ellas. La forma en la que te empeñas en hacerme feliz o en la que fijas tu mirada. La ganas de hacernos sentir, hacernos feliz. Las ganas de querer, de derrochar tiempo, de encontrar la magia sin trucos. La seguridad de ser nosotros mismos, sin ataduras, sin cordura, remontar el vuelo sin miedo a caer. Sin miedo a querer.

lunes, 8 de junio de 2015

Es irónica y grosera la gran hipocresía que rodea el mundo.
Hemos aprendido a que juzgar es malo, es más, si somos juzgados caemos en el resentimiento. Sin embargo, juzgamos los atuendos más extravagantes, los cortes de pelo que se salen de "la normalidad", el color de uñas si se sale del rojo cereza o del rosa chicle. Nos alteramos si vemos a un hombre llevar falda o usar tacones y si observamos a dos mujeres besándose en público. Vamos de modernos, pensando en que tenemos una mente abierta pero simplemente, hemos abierto más la boca.  Señalamos a la pareja que se lleva 10 años de diferencia, hablamos de la adolescente que ha tenido un hijo, refunfuñamos cuando alguien viste de manera libre o simplemente comentamos la vida de los demás. Pero luego vamos de liberales y hablamos de respeto y empatía. Pero qué puedo cambiar yo, que soy una voz sorda e ignorada, que tiene 16 años y "ni puta idea de la vida".
Qué vamos a cambiar si seguimos aferrandonos a un estilo de vida lleno de estereotipos y "normalidad". Define normalidad. Que nos guste un estilo de musica o llevar el pelo tricolor no nos hace inferiores, que tengamos la capacidad de amar a alguien que nos saca 10 años no te da la libertad de tenerme de boca en boca. Es moralmente incorrecto juzgarme por mi talla de pantalón o de sujetador. Debe ser insano tener a alguien las 24 horas del día pendiente de qué haces o con quién.
Todos tenemos una vida que vivir como queramos, como más nos guste. Porque tú no eliges la ropa que me pongo, no decides con quién salgo ni lo que debo hacer. No eliges mi color de pelo, mis creencias o mi gusto musical. No vas a cambiar mi idea de ver el mundo ni vas a conseguir hacerme sentir inferior. Tu falta de respeto demuestra quién lo parece.

domingo, 7 de junio de 2015

Juntos, aquí y ahora.

Hemos sabido encontrar cosas que nadie más podría llegar a entender. Hemos aprendido mucho uno del otro y hemos sacado lo mejor de ambos. Tenemos miles de historias que contarnos, que dejar escapar entre risas o entre lágrimas. Hemos construido una serie de lenguajes, de símbolos que tienen mucho de lo que hablar, significados que nadie más podría ver, porque lo esencial es invisible a los ojos y ambos, lo sabemos. Tenemos tanto en común, tantas partes de nosotros que se complementan, tantos pedazos rotos que encajan. Ambos guardamos muy adentro eso que nadie jamás podría entender y al encontrar a alguien que no juzga, sino que escucha lo que para ti es importante, todo eso que no dejamos salir, brota sin querer. Nos hacemos fuertes a base de golpes, pero también a base de amor. Porque el cariño es mutuo y ambos, hemos caído en la compasión de unos ojos que nos abrazan y ambos, hemos caído en la melaconlía de llorar con el alma y en silencio. Y nos hemos ahogado de tantas penas, de tantas que no teníamos con quién compartir...
Y estamos juntos, aquí y ahora. Y lo estaremos aunque pasen kilómetros y mil batallas por nuestra vida, porque yo te regalo parte de mi, parte de algo que no se recupera pero que tampoco se puede perder. Yo te grabo mi recuerdo en tus lunares, en tu espalda y te escribo mi historia en cada vértebra de tu columna. Mientras tanto tú, guardas secretos por todos los poros de mi cuello, sellas con cada beso ese misterio que jamás nadie podrá encontrar. Y a la vez, me regalas el deseo de descifrar el enigma que es tu mirada.