Después de cinco años no hay un sólo día que no me acuerde de ti, que no me acuerde que llevas cinco años sin estar. Y es que el tiempo también pasa para quien nos falta, porque hay tiempo aquí y allá.
Aunque muchos decían que estarías en un lugar mejor, yo te digo que no había mejor lugar para quedarnos que a dormir en tus brazos. Allí donde no había miedo y pasábamos las horas viéndote sonreír. Porque hemos aprendido muchas cosas a tu lado, porque has sido para nosotros una segunda madre.
Nos enseñaste a rezar y a soñar. A valorar los pequeños detalles, me has enseñado a que es maravilloso ayudar a todo el que lo necesita y que no importa el dinero, el color de la piel o el del pelo. Siempre decías que la felicidad está en lo pequeño, en lo que nos llenara de alegría.
Desde que te fuiste, no ha pasado un sólo día que no me acuerde de ti, de tu sonrisa, de tus ganas de vivir. Aquí muchos te echan en falta porque se nota tu ausencia. Y es eso, me has enseñado a que hay que vivir de forma que seas feliz en lo que hagas y cuando mueras, las personas sigan acordándose de ti. Aprendí que hay que ser una gran persona haciendo pequeños gestos.
No hay mayor suerte, que haberte tenido conmigo. Porque eres mi ejemplo, mi modelo a seguir.
Te invito a quedarte, visitarme y leerme. Recuerda que en cada entrada te regalo un poquito de mi. Gracias por pasarte.
jueves, 25 de junio de 2015
El tiempo también pasa para quién nos falta.
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