A veces nos hace falta un pequeño empujón para arriesgarnos en esto de vivir, unas palabras de ánimo para recordarnos el objetivo por el que peleamos, o simplemente, un abrazo que nos recomponga y nos asuste los miedos.
Otras veces, necesitamos pararlo todo para darnos cuenta qué es lo que de verdad necesitamos en nuestra vida, una pequeña señal que nos devuelva al camino que debemos seguir. Es necesario tener sueños, muchos sueños, grandes o pequeños, alocados, imposibles o sencillos, pero sueños todos ellos. Sueños por los que gritar, por los que luchar, por los que intentar seguir adelante siempre. Metas, al fin y al cabo.
Muchos de nosotros intentamos encontrar respuestas que a veces ni siquiera llegan, nos torturamos buscando sentido a todo lo que hacemos o fingiendo tener un culpable a todos nuestros males.
Y lamentablemente, no siempre existe todo lo que queremos alcanzar. En ocasiones, tan sólo las cosas pasan y nos rompen, pero la vida sigue fluyendo por todas nuestras heridas abiertas. Y ésta termina derramándose o haciendonos sanar todo aquello que nos desangra.
Pero sin duda, vivir es increíble. Aprender a darnos cuenta de eso, es plenitud.
