miércoles, 14 de agosto de 2013

"Los sueños dejan de cumplirse cuando muere el soñador"

Se me viene a la cabeza una pequeña historia, que voy a contaros:

Había una pequeña niña a la que un día su padre preguntó: "y tú, pequeña, ¿no tienes un sueño por el que quieras luchar?". La chica respondió: "claro papá, todo el mundo tiene esa meta que quiere conseguir, la mía es bailar, yo quiero ser bailarina". El padre, cuya ilusión era que su hija llegara a ser una de las mejores médicas de su país, le gritó que se quitara esa idea de la cabeza, Eso no tenía futuro, no iba a permitir que su hija no tuviera un buen futuro. 
A pesar de lo desilusionada que quedó aquella niña, puesto que su padre no la apoyó, decidió expresar sus estados de animo centrándose en lo que a ella verdaderamente le gustaba, el ballet. Y así lo hizo. Día tras día, tarde tras tarde, una y otra hora, la niña solo bailaba y bailaba para desahogarse. 


Con el paso del tiempo, la niña fue creciendo, y sí, llegó a ser alguien muy grande en su país, la mejor bailarina de ballet, aquella que había ganado muchos premios universales en danza, y cuyo padre, ahora, se sentía feliz. 

Lo que de verdad intento explicaros es que no importa la opinión que te den los demás cuando quieres hacer algo, porque como le pasa al padre de esa niña, sólo supo estar en los momentos de gloria, pero no apoyó a su hija. Si de verdad quieres conseguir algo, lucha por el, dedícale tiempo y créeme que no importa las veces que falles, importa las veces que lo intentes, porque los sueños dejan de cumplirse, cuando muere el soñador...

jueves, 8 de agosto de 2013

...

Me dijeron que las cosas que no puedes decirle a otra persona, puedes escribirlas en un papel y una vez hayas terminado, quemas el papel y dejas que el viento se lo lleve. No podrá leerlo la otra persona, pero así el dolor no se queda tan adentro...


Por casualidad, ¿supiste lo que yo sentí cuando tú decidiste marcharte?
Sólo dijiste que yo no era para ti. Que las cosas ya no eran como el primer día, pero no esperes que nunca lo sean. ¿Y si te equivocaste? ¿Y si eras tú, el que no era para mí? No, eso nunca lo sabremos, porque es más fácil tirar algo que se ha roto, que arreglarlo. Tuviste miedo, lo sé, y no te culpo por ello. Sólo te hago entender, que valgo más de lo que tú quisiste que valiera.