Sólo dijiste que yo no era para ti. Que las cosas ya no eran como el primer día, pero no esperes que nunca lo sean. ¿Y si te equivocaste? ¿Y si eras tú, el que no era para mí? No, eso nunca lo sabremos, porque es más fácil tirar algo que se ha roto, que arreglarlo. Tuviste miedo, lo sé, y no te culpo por ello. Sólo te hago entender, que valgo más de lo que tú quisiste que valiera.
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