miércoles, 13 de mayo de 2015

Quiero quedarme a vivir en tus clavículas.

Ni te imaginas lo profundo que puede llegar a clavarse una persona en ti, en tu vida, en tu mente, en tu corazón. De esas que no te bajan la luna, sino que te llevan directamente al cielo. Oportunidades que son únicas, irrepetibles y sabes que todo esto, debe ser algo más que un golpe de suerte.
Esto es un frasco pequeño que contiene mil sensaciones, apretaditas, intensas.
Son de esos trenes descarrilados, con vagones vacíos pero asientos fantásticos, con vistas inolvidables y con ganas de viajar. Los típicos trenes de ultima hora, de los que ya no quedan, de los que no vuelven a pasar jamás.
Todo esto se asemeja a las tardes lluviosas de domingo, con resaca de tus besos, con sueño de tu risa, con ganas de ti. Acurrucados durante todo el día, viendo pasar las horas, sin importar el cómo ni dónde, pero contigo. Con arrebatos de sinceridad donde te susurro que, quiero quedarme a vivir en tus clavículas, en tus hombros o en tus nudillos, quizás. En todo aquello que es punzante, en cualquier sitio donde pueda quedarme para siempre, clavada.

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