lunes, 11 de mayo de 2015

Con corazón. Conmigo.

Todos deseamos, y creemos merecer, un amor de película acompañado de una persona a medida. Lleno de flechazos con cupido de por medio, con rosas en el balcón y poemas prohibidos, dedicados a doncellas mal amadas, llenos de dulzura. Noches de pasión a la luz de la luna, con el fondo de un universo desconocido, que juega con nosotros a su antojo y nos regala noches estrelladas. Soñamos con besos infinitos, llenos de perfección, bajo atardeceres que apenas duran segundos. Con cenas románticas y paseos agarrados de la mano, como si pudiéramos impedir que el amor se nos escapara.
Tal vez, el verdadero amor se esconda en las llamadas nocturnas con avisos de: "he llegado a casa". Puede que lo encontremos en los besos en la mejilla, en miradas acompañadas de silencios intensos. Quizá bajo la almohada, después de noches enteras dejándome dormir en tu pecho. Puede también que, en los escalofríos tontos al acariciar tu espalda, bajo la manta que nos arropa en el sofá. Bajo el techado de casa o en cada apretón de manos. Puede que sea descubierto en cualquier aeropuerto, en cualquier isla desierta, en alguna nota de voz. En los detalles diarios, en los días grises, en la forma de hablar. En el café ardiendo, en los mensajes de buenos días, en los sueños entregados a ti. O tal vez, en el sencillo gesto de abrazarte, de sentir tu calor, dejarme sentir tus latidos, notar tus brazos rodeando mi espalda y apretar muy muy fuerte, como si con eso consiguiera que me volvieras a recomponer.
Componer como se compone una canción, compás a compás, nota por nota. Despacito, con paciencia, con cuidado y con perfección, con corazón. Conmigo.

Fotografías: Laura Rojas.
Instagram: chachi_marciana
Viaje a Italia.
 

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