lunes, 13 de abril de 2015

Hacer de tripas corazón

Hoy es el primer día que salgo a la calle sin una prenda de color negro, me siento valiente porque he decidido empezar a dejar de lado la tristeza. Por otro lado, me siento angustiada porque eso significa que empiezo a caer en el olvido. Sigo sintiendo un fuerte dolor en el pecho pero lo alivio recortando la longitud de mis pasos. Mantengo el cuerpo erguido pero aún paseo cabizbaja y con la mente totalmente absorbida por mis sentimientos.
Me recuerdo que esta noche he vuelto a soñar contigo y a despertar sin ti. Has vuelto para decirme que te quedas, que me quieres de verdad, pero estás tan lejos que no llego a alcanzarte. Juro que corro tanto como puedo, pero te me escapas. Justo en el momento en que te rozo con la punta de mis dedos te desvaneces ante mi y, ni siquiera te atreves a mirarme a la cara, te limitas a contemplar, con el abismo de tus ojos, mis pálidas y huesudas clavículas, donde hace meses vivías clavado en mi.
Mientras noto como el alcohol recorre mis venas y mis pupilas se dilatan por el éxtasis que sufre mi cuerpo, me encuentro semidesnuda tirada en el sofá. No se que será de mi dentro de un tiempo, ni siquiera dentro de unos minutos. Y tus palabras retumban en mi cabeza. Puedo notar muy cerca tus gritos y tu olor en el ambiente, recuerdo tus pasos firmes en dirección a la puerta y ese ruido cuando ésta se cerró. He arrancado varias hojas de calendario desde entonces, pero así es imposible hacer de tripas corazón.
Dormir no es sano. Vivir aquí, tampoco lo es.

No hay comentarios:

Publicar un comentario