Cerré los ojos antes de ver si venías como beso o como bala. Esquivarte nunca fue una opción. Segundos más tarde sentí un fuerte dolor en el lado izquierdo de mi pecho, ahí donde todos tienen corazón. Un gran agujero negro se había incrustado ahí, ahora solo quedaba un frío vacío que se agrandaba por dentro, y me hacía morir lentamente.
Mi cuerpo se inundó de una sensación que me hacía sentir la sangre fluir abundantemente, me derretía, me descomponía. Experimenté una gran sacudida que me hizo entender eso que dicen de: "polvo somos y en polvo nos convertiremos".
Un montón de trozos rotos empapados de fluidos, que no sabía si eran lágrimas o sentimientos, eso podía describir cómo me sentía.
Que te alejaras de mi, era sin dudar lo que más daño me hacía en el mundo.
Que tropezaras conmigo y quisieras entrar en mi, fue el mayor golpe de suerte. Porque personas como tú, son difíciles de encontrar, debes merecerlas demasiado.
Ahora creo con rudeza en que todos venimos aquí para mejorarle la vida a alguien, para salvarla de sus miedos y quererla con sus dificultades. En este momento, se que permaneceré siempre contigo. Aquí y ahora. Teniéndote muy dentro de mi.
Te invito a quedarte, visitarme y leerme. Recuerda que en cada entrada te regalo un poquito de mi. Gracias por pasarte.
miércoles, 7 de diciembre de 2016
Esquivarte nunca fue una opción.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario