Tarde o temprano todos tenemos el valor para matar el mal que nos persigue. Nada puede atormentarnos eternamente.
Un día, la estabilidad nos inunda y empezamos a inhalar calma. Las pupilas están cargadas de felicidad y nuestro cuerpo nos pide vivir, sentir, correr, saltar y reír a carcajadas.
Ya no hay momento ni espacio para el dolor ni las lágrimas, no existen pensamientos oscuros ni días llenos de melancolía. Las heridas sanan con besos y las cicatrices ya no significan nada.
Los días tienen otro color, las semanas son más bonitas, los meses mucho más acogedores.
Te sientes valiente y ansioso porque llegue el porvenir y la vida te sonríe.
Nos llenamos del valor suficiente para empezar a ser felices, relajarnos y disfrutar.
Te invito a quedarte, visitarme y leerme. Recuerda que en cada entrada te regalo un poquito de mi. Gracias por pasarte.
lunes, 10 de octubre de 2016
Renacer
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