Me rozó la mano, me miró a los ojos y me dijo: "es una forma de saber que tú puedes cumplir mis deseos y yo los tuyos". Justo entonces, se enredó en mi pelo y sus labios se fundieron con los mios. Así fue como empezamos a formar parte uno del otro, rompiendo el miedo y desafiando al placer. Nadie jamás había conseguido adentrarse tanto en mi sin perderse.
Todo empezó con aquella música penetrante que subía mis pulsaciones y me hacia confundir unos ruidos con otros, poco ayudaba el olor a ginebra o el dolor que poco a poco inundaba mis adentros. Por un momento imagine que, todo esto sucedería como en las películas. Tú deberías invitarme a una copa, apartarme un mechón de la cara y decirme al oído que era, sin dudar, la chica más guapa que había entrado esa noche en el bar.
Todo empezó con aquella música penetrante que subía mis pulsaciones y me hacia confundir unos ruidos con otros, poco ayudaba el olor a ginebra o el dolor que poco a poco inundaba mis adentros. Por un momento imagine que, todo esto sucedería como en las películas. Tú deberías invitarme a una copa, apartarme un mechón de la cara y decirme al oído que era, sin dudar, la chica más guapa que había entrado esa noche en el bar.
Pero no, realmente no lo era, nada sucedería así. Aquella noche no terminó de la forma en la que yo lo hubiera esperado pero, es eso, arriesgarse, ser alocado.
Por un momento pensé que sólo eras un éxtasis de mi soledad, que debía olvidarte porque de nada iba a servir todo lo que yo había imaginado. Durante varias semanas lo hice, te hice desaparecer, a ti y al resto del mundo. Solo quería existir yo.
Pero llegó la casualidad y con ella, tu sonrisa. Me hiciste sentir, de nuevo, que el resto del mundo podía volver a mi o yo, volver al resto de mundo. Me di cuenta que te quería en mi soledad y luego, solo en mi. No fue solo la sensación de querer un beso después de otro, sino la sensación de sentirme, por lo menos, escuchada. Tú estabas ahí, tú querías estarlo. Y yo necesitaba cada día más y más de ti.
Llegados a este punto, yo se que nunca he sido de relojes, y es que el tiempo no corre a la misma velocidad ahora que lo medimos en latidos.
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