sábado, 24 de enero de 2015

7 de Diciembre

Querido Guillermo:

Me encuentro en un estado que debe parecerse al de los desgraciados que antiguamente se creían poseídos del espíritu maligno. No es el pesar, no es tampoco un deseo ardiente, sino una rabia sorda y sin nombre lo que me desgarra el pecho, me anuda la garganta y me sofoca. Sufro, quisiera huir de mí misma, y paso las noches vagando por los parajes desiertos y sombríos en que abunda esta estación enemiga.

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