"Mis
días empezaban a vestirse de un tono medio gris oscuro, parecía vivir en un
ambiente húmedo que me ahogaba, como en esas escenas de cómics antiguos que me
había enseñado mi abuelo hacía poco más de dos semanas.
Todo era como esos
estrechos y oscuros callejones que te agobian, con el típico hombre misterioso
que viste con gabardina y esperaba todos los días a hora punta a que algo
ocurra, sentado en la parada 103 del bus.
Mi estado me recordaba a esos
molestos bares de copas poco iluminados, lleno de cuarentones en mitad de
partidas de cartas y con esa peculiar niebla provocada por cigarros y puros, que
uno tras otro, eran consumidos a causa del hastío de aquellos fumadores.
O
también se podría comparar con esa angustia de saber que alguien te persigue
cuando estás cerca de la puerta de casa y la calle se encuentra a solas."
No hay comentarios:
Publicar un comentario